A través de su red interna, los árboles hablan entre sí, extendiendo su información.
Entre individuos cercanos y ejemplares que se encuentran a grandes distancias, esta habilidad les permite cuidarse y ayudarse; formando una comunidad en la que cada individuo tiene un papel importante.
Los árboles más grandes y viejos (conocidos como “árboles madre”) son los que están más conectados con el resto y favorecen el traspaso de recursos vitales a los árboles más jóvenes.
Un bosque tiene más resiliencia al funcionar como una comunidad, existiendo sinergias entre sus interacciones.
Un bosque con conexiones entrelazadas por el suelo, tiene la capacidad de colaborar y de ser más fuerte.
El proyecto “El arte de Amar” pretende crear una metáfora del valor que tiene la red de ayuda y que puede generar en el ser humano, al igual que la generada a través de los árboles.
Mediante la elaboración de un árbol madre, sus raíces de apoyo y conexión para con los árboles del entorno y el crecimiento de sus
hojas y frutos, quiere dar visibilidad a la capacidad sanadora del amor, del ayudar y del compartir para con las demás personas.