Una secuencia de 30 libros abiertos, suspendidos en un espacio cuadrado y reducido. Sus sombras proyectadas se asemejan al vuelo de las aves. Dejan entrever 30 nombres de mujeres que han sido pioneras, creadoras de nuevas perspectivas, a lo largo de la historia. Nombres propios como Simon de Beauvoir, Camille Claudel, Marie Lavoisier, Clara Campoamor, Pantita Ramabai o Hypatia de Alejandria entre otras. Nombres que nos han sido ocultados; mujeres ignoradas, invisibilizadas y acalladas por hombres que se han atribuido, incluso, sus logros.
Un muro de metacrilato impide a las usuarias de cultura aproximarse a los libros. La lectura de estos está concienzudamente complicada: ha de hacerse desde un extremo de la sala donde se encuentran los prismáticos que posibilitan la lectura de los nombres de estas mujeres. Están escritos a tamaño muy reducido, apenas perceptibles en sus páginas.
La dificultad de encontrar referentes femeninos a lo largo de la historia, la dificultad para encontrarlas en los libros y la dificultad de la mujer para acceder a altos cargos, a ser tratada y tenida en cuenta en relaciones de igual a igual, son el leit motiv de la instalación artística Heroinas anónimas. El techo de cristal con que la mujer se encuentra todavía a día de hoy es en esta obra, para la artista, una barrera simbólica que ha paralizado, limitado y reducido a la mujer al mínimo, a un segundo plano. Estas limitaciones, fronteras impuestas a las mujeres están representadas a través de la imposibilidad de acceso a la sala.
La obra busca la interacción del público, que tratará de descifrar cuales son los nombres de estas grandes mujeres. Ignoradas durante años sus nombres aparecen en los libros que componen esta onírica obra.